sábado, 9 de junho de 2012

Juan Carlos Onetti y el Cuento sensibilizador del grupo La broma




La broma la había inventado Blanes; venia a mi despacho -en los

tiempos en que yo tenía despacho y al café cuando las cosas iban mal y
había dejado de tenerlo- y parado sobre la alfombra, con un puño
apoyado en el escritorio, la corbata de lindos colores sujeta a la camisa
con un broche de oro y aquella cabeza -cuadrada, afeitada, con ojos
oscuros que no podían sostener la atención más de un minuto y se
aflojaban en seguida como si Blanes estuviera a punto de dormirse o
recordara algún momento limpio y sentimental de su vida que, desde
luego, nunca había podido tener-, aquella cabeza sin una sola partícula
superflua alzada contra la pared cubierta de retratos y carteles, me dejaba
hablar y comentaba redondeando la boca: -Porque usted, naturalmente,
se arruinó dando el Hamlet-. O también: -Sí, ya sabemos. -Se ha
sacrificado siempre por el arte y si no fuera por su enloquecido amor por
el Hamlet...